viernes, 13 de junio de 2008

Ruido de pupitres, motín en las salas

La mecha se encendió en Lota (el 2006 también, con unos dos mil pingüinos en las calles). A inicios de abril de este año los secundarios hijos del carbón cortaron los accesos de la ciudad, en demanda de mejoras a la infraestructura de los establecimientos. La protesta pingüina, bautizada por la prensa local como la “Revolución de las Minifaldas” (por la masiva presencia de muchachas al frente de las barricadas) no sólo alertó a las autoridades. También desenmascaró la nefasta realidad que -al igual que muchos a los largo de todo Chile- viven los estudiantes de la zona del carbón, donde la instrucción se entrega en salas con vidrios rotos, baños insalubres y alimentos de dudosa calidad en el menú de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB).

Corría aún abril y un poquito más al sur, en Temuco, la secretaría regional ministerial decretaba el cierre del colegio P-56 de Catrimalal –ubicado en un barrio pobre de la capital de la IX región-, por cobros de subvención truchos, precisamente la causal que mandó a “Yasnagol” a la horca. Tras un sumario iniciado en el año 2006 se concluyó que el sostenedor del establecimiento, Luis Dillems Burlando, tenía 14 alumnos de séptimo básico a segundo medio sin certificados de estudios, pero cobraba subvención por sesenta; los libros de asistencia prescindían del registro adecuado de asistencia y contenidos tratados en clases, entre otras movidas. El empresario educacional le hizo honor a su apellido materno.

La solución allí siguió la lógica que supone la Ley General de Educación que se tramita en el Congreso para reemplazar la odiosa LOCE de Pinochet. “La única forma de que continúe funcionando la escuela es que la vendan y la reabran con un nuevo nombre”, señaló entonces el seremi, Eduardo Abdala. El caso de Catrimalal fue uno de los tantos que la derecha política utilizó como argumento para acorralar al “gobierno ciudadano” y obligarlo a cambiarle la cara al ministerio de educación. “La mamita Provoste, querendona y comprensiva, fue reemplazada por una vieja fea, picuda y tirante”, señala un dirigente secundario.

¿Más ejemplos? En la población La Colonia de Coronel los alumnos de un colegio básico padecen pérdida de capacidad visual, como consecuencia de la producción de chips de una empresa forestal japonesa. Bordean los cien. Se trata de educandos que a su corta edad ya deben usar anteojos por problemas a la vista. Aunque las autoridades lo niegan y un programa de “responsabilidad social” de la empresa nipona entregó lentes a los menores para apaciguar el malestar de padres y apoderados, la ceguera precoz está directamente relacionada con el polvillo tóxico que se disipa por los aires desde un cerro de chips enclavado a un costado de la escuela, mientras los pequeños “disfrutan” de su recreo.

La marcha de los pingüinos parte II

“No estamos jugando, esto es sólo el comienzo. Vamos a agudizar el conflicto, porque no hemos tenidos respuestas del gobierno central a nuestra propuestas. El 2006 la movilización terminó con un acuerdo ente la derecha y la concertación, a espaldas de los estudiantes. No nos representa, no es participativa”, asegura el dirigente estudiantil Amador Sepúlveda.

El muchacho está intranquilo. En la esquina de Cumming con Alameda cientos de estudiantes se han dado cita para marchar hasta el Ministerio de Educacióna funar la nueva Ley de General de Educación que gobierno busca pasar en el Congreso, en reemplazo de la Ley Orgánica y Constitucional de Educación, LOCE, que heredó la dictadura.

Los estudiantes juguetean, tiran panfletos informativos, bromean, extienden carteles y discuten sobre la LGE, mientras un piquete policial les observa con la mirada sapa de costumbre. La espera se hace infinita y sólo la perfomance de un lote de la UTEM que simula el calvario de un Cristo llamado Dicom caminando bajo lo azotes consigue distender los ánimos. Más temprano, alumnos de la Usach, en Estación Central, han cortado la Alameda con pupitres en señal de descontento. El mismo que traen los alumnos de la Universidad Federico Santa María de Valparaíso, que han pasado al noche en Cerro Navia, luego de marchar desde la “perla del Pacífico” para hacer sentir su malestar y rechazo a la reforma gubernamental.

“Educació primero, pa’l hijo del obrero, educación después, pa’l hijo del burgués”, es la consigna que suena en la Alameda, la vocean más de un centenar de estudiantes camino al ministerio. Hace 48 o 72 horas han comenzado las tomas y los consiguientes desalojos de liceos como el Aplicación, el Lastarria, ente otros. Ya en la madrugada, en Renca el director del liceo Federico García Lorca ha autorizado el desalojo policial del establecimiento, ocupado poco antes por sus alumnos.

Es la víspera de los anuncios del 21 de mayo y en el Congreso los honorables han dado pasos agigantados para aprobar la reforma educacional que el Gobierno fraguó al calor de un Consejo Asesor que, a todas luces, desconoció el reclamo pingüino del 2006 y, sin más, consolidó el camino hacia una nueva forma de educación que de nueva sólo tiene la sigla.

“No queremos cambiar una ley por otra. El lucro en la educación es un problema. Estamos descontentos y ese descontento seguirá agudizándose. A la presidenta (Bachelet) no le compramos su cuento de que el país está bien”, advertía luego Sepúlveda a los medios que han acudido también a la cita, cuando el Chaitén y el temporal que inundó medio Chile en cosa de horas, dejaron de ser noticiosamente atractivos.

Terror en las aulas

Calcada como en el 2006 ha sido también la represión. Botón de muestra son el medio millar de detenidos durante las movilizaciones del 28 de mayo. Pero la protesta estudiantil enfrenta también una represión menos bruta y más higiénica en el interior de los colegios, urdida y dirigida por sostenedores y autoridades municipales.

Según fuentes consultadas por El Quinto, en Ñuñoa, luego de una reunión de directores de colegios municipales de esa comuna santiaguina celebrada ante el ascenso de las movilizaciones secundarias, “se acordó aplicar decretos de expulsión a aquellos alumnos que participen de cualquier movilización”.

Guiado por esa cumbre académico-represiva, el director del liceo Augusto D'halmar, no escatima esfuerzos para anular la organización del alumnado y, bajo amenazas, ha prohibido la realización de jornadas reflexivas votadas por los propios alumnos. Similar es el espíritu represivo que mueve a la directora del colegio Lenka Franulic, Clorinda Wilshow, quien ha recurrido a la policía para frenar los intentos de sus alumnas por realizar actividades informativas sobre los alcances reales de la LGE.

“Hace un tiempo tiramos volantes informativos y la directora llamó a los pacos”, dijo a El Quinto, una dirigente pingüina que pidió reserva de su identidad para evitar represalias.

La coerción la padecen también los alumnos del Liceo 7 de Ñuñoa, cuyas dependencias de avenida Irarrázaval se encuentra en remodelación. El alumnado ha sido divido para la realización de clases en dos colegios de la comuna y, según denunciaron, la rectoría ha perseguido los intentos de organización “con actos de matonaje emprendidos por grupos de alumnos militantes de Renovación Nacional, en el que participan varios egresados el año 2007”.

En el Internado Nacional Femenino, de avenida Pedro de Valdivia, las alumnas han sido perseguidas y amenazadas de expulsión y pérdida de becas, para impedir que se organicen y participen en las movilizaciones. En el sur, el rector del liceo de hombres Enrique Molina Garmendia de Concepción, Sergio Sáez Herreros, ordenó el desalojo del recinto en dos ocasiones y más de cuatrocientos estudiantes fueron detenidos por la policía.

Y “porque es un mal compañero, porque es un mal compañero”, el Seremi de Educación de la zona, el ex militante comunista Rodrigo Martínez, profirió amenazas contra estudiantes involucrados en las manifestaciones que fueron arrestados. En la lista de los candidatos merecedores de las orejas de burro, se anota también la alcaldesa UDI, Jacqueline van Rysselberghe, cuya gestión ha estado marcada por la persecución a profesores y el cierre de colegios municipales en pos de la apertura de establecimientos privados.

¡Qué mal educados, decía la abuela!

Había comenzado algo así como la “revolución pingüina reload”. Se sucedieron las marchas y se sumaron también profesores y apoderados, empeñados en fortalecer el rechazo a la educación de mercado que depara la LGE. Pingüinos y mateos mantienen el control de decenas de establecimientos, pese al frío y la permanente amenaza de desalojo.

Para molestia de muchos, sobre todo en palacio, junio se inició con el aumento de establecimientos bajo control estudiantil. Ni el frío ni la lluvia que inundó calles y poblaciones. Tampoco el grito de los volcanes ni los ofertones voceados desde el Congreso por la Eva de la República. Menos la muerte de un general que ordenó no dormir y se durmió primero. Nada de eso pudo detener el ruido de los pupitres, el descontento de jumper y vestones que se fue fraguando desde que el gobierno aplacó las movilizaciones estudiantiles del año 2006 con la promesa de una propuesta de ley que resultó ser lo mismo.

No sirvieron los paños fríos que supuso un Consejo Asesor Presidencial CAP con el cuento de modificar la LOCE y cambiarla por una a la que de diferente sólo tiene la sigla. Menos sirvió vender la idea de una reforma que, vía Ley General de Educación, mejoraría lo inmejorable. Tampoco la represión que a medida que avanzaba la rebelión secundaria del 2006 dejó cientos y miles de detenidos en las calles de Arica a Punta Arenas

No resultarán esta vez los telefonazos de Camilo Escalona para llamar a terreno a los dirigentes estudiantiles como ocurrió con los que asomaron desde sus filas, durante la llamada “Revolución Pingüina del 2006”, ni los ofrecimientos de dinero que Marcelo Schilling hizo en privado a varios militantes de la Juventud Socialista enquistados en el movimiento estudiantil para bajar paros y tomas de liceos aquel entonces. No sirvieron las becas de estudios ni puestos de empleo en el aparato público que aquella vez lograron amainar voluntades.

Pero fue algo así como un recreo. El lápiz tiene mejor punta para escribir la continuidad de una pelea a mano limpia, como esas que resuelven rencillas de escuela a la salida de clases. Esta vez, es sin farándula. Y si no responden, tienen el uno ganado.

La presidenta hizo caso omiso a aquel lienzo del 2006: “Ba$helet, anda a lavar la LOCE”. Y desde entonces los creyeron dormidos y domesticados, como buscan a diario en las aulas. Pero no. No estaban dormidos ni haciendo la cimarra. Ahí en los patios y aulas donde creyeron dejarlos quietos con sus desigualdades diarias, los pingüinos le sacaron punta al lápiz y hoy están de vuelta. Dicen que vienen a dar lo mejor de su clase.