jueves, 12 de junio de 2008

el perfil

Sumarios contra estudiantes, apoyo a la banca privada para su inserción en la universidad, instalación de cámaras de seguridad en cada rincón de los planteles de la UC de Temuco, de la que fue rectora hasta que Bachelet la nombró sucesora de Yasna Provoste, y el chipe libre para la represión policial de las movilizaciones estudiantiles, entre otras mañas, conforman el currículum de la nueva ministra de Educación, Mónica Jiménez. Trampolín de su “carrera” fue la rectoría de la Universidad Católica de Temuco. Como tal Jiménez es una figura política conocida en la Novena Región. Allí saben de su cercanía con el gobierno… y los negocios.

De profesión asistente social y democristiana, su nombramiento como ministra de Educación -cargo de confianza de la jefatura de Estado- se produjo en medio de la carnicería política que mandó a la guillotina a Yasna Provoste. Los ‘bonus track’ para alcanzar el sillón de Educación, los consiguió tras su labor en al Comité Asesor Presidencial (CAP), la movida que terminó por zanjar a espaldas de los estudiantes la nueva Ley General de Educación, LGE, con la que Bachelet pretende maquillar la cuestionada LOCE, fileteada por los milicos allá por os ’80.

Pese a ello, desde que estalló la ‘revuelta pingüina 2.0’, la titular de educación ha dado muestras de cero manejo político. No por algo es que los estudiante de la Universidad de Chile colgaron la propaganda más certera de todas: “no cambiaron a una ministra inepta, por una estúpida”. Es por esa falta de manejo que han sido impensable algún tipo de acercamiento con la dirigencia estudiantil. A cambio, Jiménez ha preferido meterse en la pega más burocrática, empeñada en que el congreso agilice la tramitación de la LGE. En Palacio son pocas las sonrisas, aún cuando la actual ministra apenas supera el mes a la cabeza del ministerio.

Vocación empresarial

El año 2004 Jiménez llegó a la rectoría de la Universidad Católica de Temuco UCT, que pese a su “raíz estatal” ha caminado firme a su privatización. Su arribo a la rectoría pontificia fue gracias a la divina dedocracia. Jiménez fue seleccionada por una comisión formada por el obispo Camilo Vial y sin la votación de los académicos, la forma “democrática” que se estilaba hasta entonces en la UCT. A un año de su administración, la señora de las muletas (así juró como nueva titular de la cartera) tomó algunas medidas que hablaron de inmediato del sello que imprimiría a la pontificia temuquense. Fijó un arancel de matrícula de $100.000 –nunca antes visto-, y promovió el ingreso de la banca privada al sistema de financiamiento de aranceles anuales para estudiantes que no tenían el dinero para pagar.

A comienzos de este año, durante la inauguración del año académico 2008, el ministro de Economía, Hugo Lavados, y “destacados” empresarios de la zona tuvieron un grato encuentro con la flamante nueva ministra. Junto a más de cincuenta empresarios almorzaron como buenos amigos en el Country Club de Temuco.

En su discurso de bienvenida, la ex rectora de la UCT aseguró que la casa de estudios pretendía dar una “clara señal” de la necesaria integración de la universidad con el empresariado y el Estado, para avanzar en los temas de desarrollo, la ciencia, la tecnología y la innovación. “Queremos invitarles a fortalecer este vínculo. La empresa y la universidad tienen que crear conocimientos para ser usados en el desarrollo de la región, más aún si existen los instrumentos públicos para hacer posible esta relación y acción conjunta. Son muchas las formas mediante las cuales podemos trabajar juntos y apoyarnos”, dijo segura.

“Sonría, estamos grabando…”

Desde que Mónica Jiménez llegó a la Católica de Temuco, la represión y persecución a estudiantes aumentó al mismo tiempo que diminuían las garantías para aquellos jóvenes que por bajos recursos no podían estudiar con tranquilidad. La situación política de la región y la radicalización de las luchas estudiantiles dieron pie a una oleada represiva en el año 2002 Esta línea se fortaleció en la UCT con la llegada de Jiménez a la rectoría.

Los sumarios contra dirigentes estudiantiles no demoraron e, incluso, terminaron bajo la lupa de la justicia.

Fiel a su sello, Jiménez ordenó la instalación masiva de cámaras de vigilancia al interior de los campus universitarios de la ‘ponti’ temuquense. Una suerte de “sonría, estudie. Estamos grabando por su seguridad”. Las ideas innovadoras continuaron luego con la obligatoriedad de la clase de inglés, en desmedro de la lengua mapuche, pese a que desde la rectoría pechoña Jiménez se jactaba a diario de dirigir la única universidad que imparte la carrera de pedagogía intercultural.

En Temuco los estudiantes de la UCT parecieron sacarse un cacho de encima. Pero no se crean. La herencia de Jiménez quedó bien salvaguardada. De ella se encarga ahora el nuevo rector Alberto Vásquez, quien a poco de de asumir, no tuvo reparos en autorizar el ingreso de Fuerzas Especiales de Carabineros al Campus San Francisco.